domingo, 2 de junio de 2013

Romance del prisionero

Que por mayo era, por mayo,      1
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria             5
y responde el ruiseñor,                
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión,               10
que ni sé cuándo es de día       
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;                15
déle Dios mal galardón.

                 Ramón Menéndez Pidal
                 Flor nueva de romances viejos



(Localización) 
     El Romance del prisionero es un poema que se encuadra dentro del Romancero Viejo. Se trata, como todos los romances viejos, de una obra anónima, de carácter colectivo que, por transmitirse de forma oral, sufre cambios, por lo que presenta diversas variantes.

     Puede considerarse como un romance lírico-narrativo, puesto que, además de relatar un acontecimiento puntual (en primera persona, coincidiendo autor y protagonista), nos muestra expresión de los sentimientos del emisor. Es decir, ofrece una reacción subjetiva y emocional ante una causa objetiva. Hay también, como veremos, elementos descriptivos.

     Cronológicamente ha de localizarse después del s.XIV, momento en el que, si seguimos la tesis tradicionalista, defendida por Menéndez Pidal, nacen los romances como fruto de la fragmentación de los cantares de gesta.

(Argumento)

     El poema se sitúa temporalmente en el mes de mayo, momento en el que la naturaleza se muestra en todo su esplendor. Un prisionero no participa de esta vitalidad ambiental y su único consuelo y la única medida de su tiempo es el canto de una avecilla. La muerte de ésta lo sume en la soledad, y nace una imprecación hacia quien produce esa muerte.

(Tema)

     El tema o idea central del texto es la soledad y tristeza del prisionero frente a la naturaleza y el amor. También aparecen en el poema aspectos del locus amoenus (flores, pájaro..), es decir, un lugar o ambiente agradable en la naturaleza, en contraste con la tristeza del preso.

(Estructura interna)

     El texto se estructura en tres núcleos esenciales:

  1. Del verso 1 al 8, aparecen elementos positivos (calor, trigo, flor, calandria, ruiseñor, amantes) que engalanan la naturaleza y sugieren felicidad.
  2. Los versos 9 al 14, muestran la vida del prisionero.
  3. Los versos 15 y 16 son el núcleo que genera el poema y aportan la muerte de la avecilla y la maldición del prisionero.
     El núcleo principal es el tercero, los otros dos se subordinan a él y lo explican. Además, la primera parte tiene una estructura abierta, es decir, podían haberse ofrecido muchas más muestras de aspectos positivos de la naturaleza en el mes de mayo. Entre el primer núcleo y el segundo se produce una antítesis: uno representa la alegría del mes de mayo frente al otro, la triste vida del prisionero.

(Estructura externa)

    Se trata de un poema formado por dieciséis versos octosílabos. Existe sinalefa en los versos 1, 4, 6, 10, 11, 13, 14 y 15. Además, siguiendo las normas métricas, es preciso añadir una sílaba en el cómputo silábico de todos los versos pares, por terminar en aguda o monosílaba.

     La rima es asonante en los versos pares, quedando libres los impares. El esquema métrico del poema es: 8-, 8a, 8-, 8a.

     Se trata de un poema no estrófico, un romance.

(Análisis del lenguaje y la expresión)

    En la primera parte del texto destacan, entre otros fenómenos, dos rasgos característicos de los textos literarios: la ánafora y el paralelismo.

   Mediante la anáfora de los versos 2,3,5 y 7 (cuando..., cuando...), el emisor busca una intensificación de la cronología del hecho; enmarca reiteradamente las acciones que enumera. Este marco cronológico se ve, a su vez, situado en un tiempo lejano, que nos recuerda el "érase una vez"... de los cuentos tradicionales (que por mayo era por mayo).

     El paralelismo se da entre los versos 5 y 6, por repetición de la estructura: conjunción + verbo + determinante + sustantivo (cuando canta la calandria/ y responde el ruiseñor). Este recurso, al igual que la anáfora, intensifica el mensaje, hace más fácil su transmisión o el recuerdo del mismo.

     Por otra parte, el empleo del arcaísmo "la calor" parece aportar al poema un aire antiguo o tradicional.

    La segunda parte de la estructura comienza en primera persona (el "yo" lírico) y ofrece los dos únicos adjetivos, esenciales en el texto (triste, cuitado). Este sentimiento lírico se refuerza, además, con el uso del diminutivo "avecilla", cuyo morfema sufijo aporta valor afectivo.

    En esta segunda parte, frente al paralelismo de la anterior, y para intensificar tal vez la angustia de la noche, aparece un hipérbaton que pone en contraste los versos 10 y 11: "que ni sé cuándo es de día/ ni cuándo las noches son".

    El hipérbaton también podemos encontrarlo en la última parte del poema. La expresión "matómela un ballestero" parece más impactante que "un ballestero me la mató", porque se destaca en ella el verbo al principio, el único verbo que aparece en pasado narrativo en todo el poema. Hay que destacar además, que la acción de "matar" se refuerza con el uso del pronombre enclítico "me", que marca la relación afectiva entre el ave y el prisionero.

     Este mismo recurso se repite en el último verso: "déle Dios mal galardón", en vez de "Dios le dé mal galardón). Intentando remarcar la maldición que le desea al asesino del único ser vivo que lo mantiene en contacto con el mundo exterior.

(Conclusión)

    El poema no tiene recursos literarios demasiado complejos, se caracteriza más bien por el empleo de un léxico sencillo. Esta sencillez y naturalidad hace que participemos mejor de la emoción del poeta, que nos ofrece un texto breve, pero con un mensaje muy concentrado y cargado de una gran fuerza emotiva.
     



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